Ezequiel (heb. yehezquel = Dios fortalece). Uno de los profetas mayores. Por ser hijo de un sacerdote, Buzi (1:3) Sacerdote del linaje de Sadoq, probablemente fue criado a los alrededores del Templo, con miras a continuar el oficio de su padre.

Debido a la toma militar de su nación en 597 a.C., fue llevado cautivo a Babilonia junto con el rey Joaquín y otros nobles y otros nobles. Probablemente permaneció exiliado toda su vida.

Se estableció primero con los demás cautivos en Tel Abib (Ez. 3:15) junto al rio Quebar.

3:15 Y vine a los cautivos en Tel-abib, que moraban junto al río Quebar, y me senté donde ellos estaban sentados, y allí permanecí siete días atónito entre ellos.

Pero como cualquier exiliado, sus pensamientos siempre volvían a su ciudad nativa, y se interesó profundamente en todo lo que en ella pasaba.

En 593 a.C., cuando ya tenía 30 años (Ez. 1:1), la edad cuando normalmente se iniciaba el ministerio sacerdotal, Ezequiel tuvo visiones por las cuales recibió su vocación profética (Ez.1-3).

La esposa de Ezequiel murió repentinamente el mismo día que Nabuconodosor tomó a Jerusalén (586 a.C.), pero Dios le prohibió el luto al profeta. No se sabe si el profeta tuvo hijos.

24:16 Hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos; no endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas.  
24:17 Reprime el suspirar, no hagas luto de mortuorios; ata tu turbante sobre ti, y pon tus zapatos en tus pies, y no te cubras con rebozo, ni comas pan de enlutados.  
24:18 Hablé al pueblo por la mañana, y a la tarde murió mi mujer; y a la mañana hice como me fue mandado.  

El libro de Ezequiel refleja el conflicto emocional entre el hombre que se había preparado para ser sacerdote y aquel a quien Dios llamó a ser su mensajero (pasión profética). El joven que siempre quiso oficiar en el Templo de Jerusalén tuvo que aprender  a adorar a Dios sin Templo y sin sacrificios, siempre mantuvo una vívida esperanza en la restauración completa del pueblo, la ciudad y el Templo (Ez capt del 33-48).

El ministerio de Ezequiel duró unos 22 años hasta 571 a.C. (Ez. 29:17), y probablemente aún más. Junto con Esdras  se considera como el «Padre del judaísmo Postexílio».

El estudio de los manuscritos de Qumrám ha sugerido una división del libro de Ezequías en dos tomos, lo cual confirma la afirmación de Josefo de que Ezequiel escribió dos libros. Entendidos asi, el primer tomo termina con una profecía de la destrucción de Jerusalén (Cap. 24), y el segundo tomo termina con la profecía de la restauración de Jerusalén y del Templo (caps.40-48). Ambos tomos contienen una descripción de la vocación de profeta (3:16-21)

1er Tomo:

3:16 Y aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra de Jehová, diciendo:  
3:17 Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte.  
3:18 Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano.  
3:19 Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma.  
3:20 Si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria; pero su sangre demandaré de tu mano.  
3:21 Pero si al justo amonestares para que no peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma. 

2do Tomo:

33:1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:  
33:2 Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo, y diles: Cuando trajere yo espada sobre la tierra, y el pueblo de la tierra tomare un hombre de su territorio y lo pusiere por atalaya,  
33:3 y él viere venir la espada sobre la tierra, y tocare trompeta y avisare al pueblo,  
33:4 cualquiera que oyere el sonido de la trompeta y no se apercibiere, y viniendo la espada lo hiriere, su sangre será sobre su cabeza.  
33:5 El sonido de la trompeta oyó, y no se apercibió; su sangre será sobre él; mas el que se apercibiere librará su vida.  
33:6 Pero si el atalaya viere venir la espada y no tocare la trompeta, y el pueblo no se apercibiere, y viniendo la espada, hiriere de él a alguno, éste fue tomado por causa de su pecado, pero demandaré su sangre de mano del atalaya.  
33:7 A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte.  
33:8 Cuando yo dijere al impío: Impío, de cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de tu mano.  
33:9 Y si tú avisares al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se apartare de su camino, él morirá por su pecado, pero tú libraste tu vida. 

En su visión inaugural (Cap.1) Ezequiel hace incapié en la trascendencia, movilidad y omnipresencia de Dios. Pero termina el libro con la afirmación de que la nueva Jerusalén se llamará «»Yehova alli», recalcando otra vez la presencia local de Dios en el Templo reconstruido (48:35).

Como ningún otro profeta, Ezequiel acentúa la relidad del juicio y la ira de Dios (caps. 5; 7; 20 etc). Pero tambien habla con pasión del tierno amor de Yehová, quién busca a sus ovejas perdidas (caps. 34), no quiere «la muerte del que muere» y ruega: «convertíos, pues, y viviréis» (18:32).

Ezequiel fue el primero que instó a la  responsabilidad individual. El libro termina con la visión de una sociedad que no deja campo para el individualismo egoista, tan común en épocas posteriores.

El Dios de Ezequiel es ejecutor de juicio y muerte pero también autor de resurrección y nueva vida (Caps. 37; 47:1-12). Aunque Ezequiel no alcanza a discernir el sufrimiento  con la claridad de ISAIAS 53, es notable que las aguas de vida brotan desde debajo del altar (Lugar del sacrificio) en su nuevo Templo (47:1).

47:1 Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la casahacia el oriente; porque la fachada de la casa estaba al oriente, y las aguas descendían de debajo, hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar.  

Fuente y Agradecimiento:

Diccionario Ilustrado de la Biblia. Editorial Caribe.