«Bendito seas, Eterno. Dios nuestro y de nuestros padres, Dios grande, esforzado y terrible, Dios altísimo, que recompensas con tus mercedes y todo lo posees y recuerdas las gracias de los padres y aportarás con amor en tu nombre un redentor a los ojos de sus hijos. Bendito seas, Eterno, Rey que ayuda, libera y defiende, defensor de Abraham. Tú sirves siempre, Señor, revives a los muertos y eres grande en la liberación. Tú fomentas la vida con misericordia y resucitas a los muertos con gran piedad; tú sostienes a los caídos y curas a los enfermos y desatas a los encadenados y guardas fidelidad a los que duermen en el polvo. ¿Quién es dueño, como tú, de la fuerza y quién se te parece, Rey que matas y resucitas y haces crecer la liberación? Tú eres santo y santo es tu nombre y los santos te alabarán siempre y cada día. ¡Bendito seas, Eterno, Dios santo!

Tú gratificas al hombre con el conocimiento y enseñas al mortal la comprensión; que tu gracia nos dé el conocimiento y la comprensión y el discernimiento. Bendito seas, Eterno, que gratificas con el conocimiento. Haznos volver a la torá, y acércanos a tu servicio, Rey nuestro, y haznos volver el rostro hacia adelante con íntegro arrepentimiento. Bendito seas, Eterno, que tanto perdonas. Mira nuestra miseria y defiende nuestra causa y libéranos pronto, en favor de tu nombre, pues tú eres un redentor poderoso. Bendito seas, Redentor de Israel.

Cúranos, Eterno, y nos curaremos; libéranos y nos liberaremos, pues tú eres nuestra alabanza y haz que la completa curación arranque todas nuestras llagas, pues tú eres el Eterno, Rey sanador, fiel y compasivo. Bendice bondadoso sobre nosotros, Eterno, Dios nuestro, este año y sus productos de toda especie, y pon tu bendición sobre la faz de la tierra; sácianos con tu bondad y bendice nuestros años como años buenos. Bendícenos, Eterno, bendecidor de los años.

Que no haya esperanza para los calumniadores; que toda maldad se pierda en un instante, que todos tus enemigos sean suprimidos; desarraiga y quebranta y destruye y somete, pronto y en nuestros días, a la realeza del mal. Bendito seas, Eterno, que quebrantas a los enemigos y sometes a los malvados. Que tus piedades se muevan sobre los justos y sobre los piadosos y sobre los ancianos de la casa de Israel, tu pueblo, y sobre lo que queda de sus escribas y sobre los prosélitos de equidad y sobre nosotros todos, Eterno, Dios nuestro y de nuestros padres, quienes pusieron su confianza desde siempre en tu nombre y en verdad, y pon con ellos para siempre nuestra parte, a fin de que no seamos avergonzados, pues tuvimos confianza en ti. Bendito seas, Eterno, apoyo y confianza de los justos.

Escucha nuestra voz, Eterno, Dios nuestro, ten caridad y piedad de nosotros y recibe nuestra plegaria con piedad y voluntad, pues tú eres el Eterno, que oyes las plegarias y las súplicas; y no nos hagas volver con las manos vacías delante de tu faz, Rey nuestro, pues escuchas con piedad las plegarias de tu pueblo, Israel. Bendito seas, Eterno, Dios nuestro y de nuestros padres, desde siempre y por la eternidad; que eres creador de nuestra vida y escudo de nuestra liberación, de generaciones en generaciones. Gracias te damos y referiremos tu alabanza, por nuestras vidas, puestas entre tus manos, y por nuestras almas, en ti depositadas, y por tus milagros que cada día son con nosotros, y por tus hazañas y tus beneficios, que haces tú en todo tiempo, por la mañana y por la tarde, a mediodía y por la noche.»